Este artículo ha sido escrito sin utilizar ninguna aplicación de inteligencia artificial.
Uno de los objetivos del mindfulness, que se puede deducir del significado del propio anglicismo, es devolver a la persona plenamente al aquí y el ahora mediante distintas técnicas; en especial, la meditación y la visualización.
Porque vivir debería ser eso: experimentar el momento presente sin proyectarnos continuamente hacia el futuro, haciendo planes que nunca acaban cumpliéndose como habíamos diseñado, ni retroceder también a cada momento al pasado para reinterpretar lo antiguo a la luz de lo que sabemos ahora (una trampa habitual).
Digo esto porque las calles de numerosas poblaciones comienzan a tener ya instalados los adornos luminosos de Navidad, pendientes de ser encendidos en los próximos días, cuando todavía faltan algunas semanas para llegar a estas fechas. Escribo esto el día dos de noviembre, superado lo que sea en que se ha convertido la fiesta del primero de este mes.
Dejando de lado el sentido que cada persona le quiera otorgar a cualquier de estos días -sobre todo, en el caso de las que tienen un motivo religioso-, la cuestión a la que me quiero referir es que no nos damos tiempo a disfrutar de un hecho que ya se nos viene encima la necesidad de preparar el siguiente. Y esto se repite año tras año. Las inercias cuestan de romper y nos lleven sin casi darnos cuenta. Es como viajar en un avión, sometidos a la física del movimiento estando sentados en nuestro asiento. Cuando frenamos nos hacemos conscientes de la velocidad que llevábamos.
Claro está que los fines comerciales y económicos explican en gran parte esta dinámica, que vivimos también desde la escuela. Pero al margen de la razón que sea, lo cierto es que esto no hace otra cosa que alimentar la tendencia algo enfermiza de una sociedad que tiene grandes dificultades en anclarse al presente y disfrutar del milagro de la existencia. La felicidad y el bienestar parecen estar siempre en el futuro. O han estado en el pasado, idealizado las más de las veces.
Hay que entrenar cada día el vivir en el presente.