Un proceso terapéutico y de crecimiento personal es un viaje de transformación.
Un viaje en el que abandonamos un nivel de consciencia que ya no nos aporta lo que necesitamos, con el que ya no vibramos y nos frena, para evolucionar hacia otro más acorde con el nuevo momento. Un viaje apasionante de autodescubrimiento, que nos lleva también a reconocer al otro y a las experiencias que vivimos como espejo donde mirarnos para acelerar ese proceso.
Dicho de otro modo, abandonamos un paradigma -es decir, una forma de ver, de sentir y de experimentar la realidad-, para abrirnos a uno distinto que nos aportará nuevas perspectivas sobre esa realidad. Ya no seremos la misma persona.
No sabemos que nos deparará ese nuevo estado de consciencia, pero en todo caso nos brindará nuevas experiencias de vida que nos acercarán todavía más a nuestra esencia y camino del alma. Eso es lo fundamental.
La vida se convierte, de este modo, en un extraordinario viaje de crecimiento personal, sobre todo si se vive con pasión y se comprende que toda experiencia, sea cual sea, forma parte del proceso de aprendizaje y evolución.
La palabra persona deriva del latín y significa máscara de actor o personaje teatral. Los condicionantes que nos influyen desde la infancia nos suelen llevar a crear nuestro propio personaje que, la mayoría de las veces, acabamos confundiendo con la verdadera personalidad que vive en nuestro interior.
2024-03-08