Nuevas dimensiones a explorar

Todo lo que sabemos del entorno está filtrado por nuestros sentidos; pero, sobre todo, por la percepción que tenemos de las cosas. Porque los sentidos sienten e interpretan lo que queremos sentir, lo que deseamos ver u oír, lo que queremos que sea, lo que pensamos que es, no lo que es en realidad (si es que existe una realidad única).

En muchos momentos, no sentimos a través de nosotros mismos, sino de las creencias, dogmas, decretos y prejuicios sobre cómo es la realidad heredados de nuestros ancestros y, por lo tanto, de otras épocas y circunstancias muy distintas. Si un ancestro vivió un hecho traumático de cualquier tipo, su mirada de la realidad está deformada por ese hecho, y quizás nosotros hayamos empatizado desde el inconsciente con su visión y la hayamos hecho nuestra perdiéndonos completamente el potencial de la nuestra propia.

Por eso, cuando nos vamos descargando de lo heredado, y no lo damos necesariamente por bueno, aparece un mundo nuevo a nuestro alrededor que nos propone nuevas experiencias, nos envía nuevas personas, nos abre nuevas dimensiones. Lo desconocido, cuando nos atrevemos a explorarlo sin certeza alguna, nos alimenta de energía y da nuevos sentidos a nuestra vida.

Si en este universo físico presente sólo vivimos una vez (el viaje del alma ya es otra cosa), por qué no averiguar hasta dónde podemos llegar con sólo un poco más de coraje y osadía? El tiempo pasa y nos va poniendo viejos, dice Pablo Milanés.

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