Construir castillos en el aire

“Extendió las alas hacia el cielo, y poco a poco fue ganando altura, y los demás quedaron en el suelo, vestidos de cordura.“ recitaba el entrañable cantante argentino Alberto Cortez. La canción se llama “Castillos en el aire”, expresión que siempre ha sido utilizada para referirse a aquel que construye sueños en su mente para luego no llevar a cabo ninguno.

Vivimos en un mundo cargado de pragmatismo, que idolatra al dios de la razón, y deja a los sueños en un segundo plano, como si fueran algo de lo que huir, porque son más propios de la infancia que del ser adulto (qué debe ser eso de ser adulto, por cierto). Pero este momento pide, más que nunca a mi parecer, llenar el aire de castillos que imaginen nuevas y múltiples realidades, desde las más materiales hasta las más espirituales, porque el universo es la suma de todas ellas, y todas son necesarias.

Construirlos desde la imaginación, que no la fantasía. Cuando los sueños se imaginan, tarde o temprano se acaban cumpliendo. Somos de la misma materia de la que se tejen los sueños, ¿no es cierto?. Si la cuántica nos dice que todas las realidades existen al mismo tiempo, y que es el observador el que colapsa una determinada realidad a partir de lo que se piensa/imagina, cómo no va a ser fundamental construir castillos en el aire (“a pleno sol, con nubes de algodón, adonde nadie antes pudo llegar usando la razón…”) para que los propios sueños vayan tomando forma…

Existe un ejercicio del taichí que se llama el vuelo de la oca, y que imita este movimiento con el aletear tranquilo y relajado de los brazos. Practíquenlo, si me permiten la sugerencia, y salgan volando para construir sus propios castillos en el aire. Nos han inoculado tanta cordura, que quizás tampoco acabamos haciendo una locura irremediable. ¡Qué lastima!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *