La realidad no sabe de métodos

Los objetos caen de arriba abajo. Es una evidencia empírica. Algo que sucede en cualquier parte del mundo y que se corrobora sin demasiado esfuerzo, al margen de la razón que lo explique; que, por cierto, tampoco está muy clara todavía para los físicos que se esfuerzan por desentrañar los misterios de la fuerza de la gravedad. Las cosas simplemente ocurren, se observan y, en ocasiones, nos permiten que las analicemos, midamos y estudiemos. Se las conoce como evidencias. Algún filósofo las llama daimones, por lo escurridizas que son a veces y por cómo nos pueden llegar a engañar con respecto a la solidez de la realidad que observamos.

Porque el hecho de que algunos fenómenos observables no se puedan reproducir en el laboratorio y medir hasta dar con una explicación lógica no quiere decir que no existan o no se produzcan. Los campos electromagnéticos de Maxwell (la simple atracción magnética, por ejemplo) fueron un misterio durante siglos, pero seguían sucediendo al margen de que los humanos les pudiéramos dar una explicación racional. La evidencia es el principal concepto sobre el que se fundamenta la ciencia. Y tiene su utilidad, por descontado. El método y la investigación científica se construyen sobre ella. En el mundo tridimensional y macroscópico en el que vivimos, la evidencia contribuye a explicar los principales fenómenos que nos rodean, aunque a veces sea necesario desarrollar complejas matemáticas estadísticas para obtener un resultado que justifique aquello que se pretende demostrar.

Otra cosa es el mundo de las partículas subatómicas, en el que fue necesario desarrollar un modelo distinto al de la mecánica clásica de Newton (la mecánica cuántica) porque éste se hacía añicos al bajar hasta el universo del átomo. La física cuántica se ha atrevido incluso a decir que el investigador influye sobre lo que investiga, afirmación que los científicos más ortodoxos y rígidos soportan como pueden, muy a su pesar. Pero el universo no vive pendiente de si se ajusta o no a los preceptos del método científico.

¡Cuántos paradigmas nuevos, como el cuántico, tendremos que desarrollar todavía para alcanzar a explicar los muchos fenómenos que simplemente ocurren! Pero para ello quizás habrá que dar la vuelta a lo que sabemos y aceptar que las cosas pueden ser de otro modo. Les invito, por ejemplo, a buscar información sobre cómo la nueva biología explica el papel de virus y bacterias en el planeta y en los organismos vivos (incluidos nosotr@s, por supuesto), porque ofrece muchas e interesantes sorpresas para quien esté abierto a buscar ese conocimiento y analizarlo con verdadero espíritu crítico científico, sin prejuicios.

Quizás no tardemos a ver cómo todo lo que se nos ha explicado hasta el momento responde, precisamente, a un paradigma pasado de moda (que todavía les sirve a algunos, claro).

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